Salida 64 Distancia: 23,50 km / Duración: 2,21 h / Desnivel Acumulado: 246 m
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Al norte del término municipal de Alhaurín de la Torre, precediendo a las suaves pendientes que inician la vertiente sur de la Sierra de Mijas, se encuentran un conjunto de amables lomas y suaves vaguadas que componen unos de los parajes más sugerentes del municipio. En el siguiente plano, rotulados en bermellón, se señalan los caminos que recorro en este lugar.
Cerca del kilómetro 5 de la carretera MA-3300, si vamos en dirección a Alhaurín el Grande, sale de la margen izquierda un camino que toma dirección sureste y discurre entre un olivar joven en el que aparen algunas encinas y algarrobos.
Las lluvias de estos días, que humedecen los troncos y las tierras, parecen hacer más saturados sus colores. Las vinagretas puntean de amarillo las fajas verdes que bordean el camino. El aspecto vivaz del campo infunde jovialidad.
A la derecha del camino, a unos metros, hay un grupo de encinas que forman un agradable lugar para descansar y disfrutar de sombra en los soleados días de verano.
El camino sigue en la misma dirección descendiendo ligeramente. Una propiedad aparece a la izquierda y un grupo de encinas y acebuches a la derecha.
El aire es fresco y húmedo, recuerda más a un día de otoño. El firme está húmedo pero no se ha formado barro ni charcos. Avanzando por el camino los huidizos conejos se cruzan y sorprenden al Ciclista.
Más adelante hay un sendero que sale a la derecha en dirección a la Sierra de Mijas, y pasado este, en el mismo lado hay un pequeño y ordenado viñedo.
Sigue descendiendo muy ligeramente el camino y aparece delante un espléndido llano sembrado de alguna herbácea de intenso verdor. Los mástiles metálicos y los cables atirantados ponen en contexto temporal a la imagen.
Unos metros más adelante el camino se encuentra con el arroyo del Valle, que baja con vivaracho caudal llevando la aguas caídas en estos días. El camino continúa pero decido continuar por el anterior que quedó atrás.
Vuelvo atrás y tomo el sendero que antes dejé a la derecha. Este atraviesa un pequeño arroyo, afluente del arroyo del Valle, y enseguida acomete una cuesta muy empinada que está totalmente embarrada de estos días de lluvia. Fatigosamente, acumulando barro en las ruedas que dificulta sus giros, supero la cuesta. Acaba este tramo y hago una pequeña parada, y mirando hacia el sureste, contemplo la vista anchurosa de lozanos campos: son las lomas tras las que se encentra la Cuesta del Palmar.
Después del tramo de camino embarrado comienza un carril regular compactado y con una capa de gravilla que poco a poco va limpiando las ruedas de la pesada capa de barro adherida. Vuelvo a detenerme y miro ahora hacia el noreste, como buscando el mar. A la izquierda veo el extremo oriental de la Sierra de Cártama ━ Sierra Llana ━ y la barriada de Torrealquería en su ladera. Delante, extendiéndose hacia el horizonte, el valle del Guadalhorce.
En el mismo punto me giro hacia la Sierra de Mijas. La esparcida luz blanca de este día anubarrado permite disfrutar de una forma sincera los tonos y los colores, y la ausencia de fuertes contrastes luminosos produce una cierta percepción de estar ante un espacio recreado, como a escala.
Dirigiendo la vista hacia el noroeste se presenta al fondo la parte occidental del la Sierra de Cártama ━ Sierra de los Espartales ━ y delante una vaguada que llega hasta el cauce del arroyo del Valle que aparece marcada por una alineación de árboles cuyas pardas copas resaltan en el continuo verde de la orografía.
Al final de esta subida me vuelvo para tener una panorámica de la zona recorrida; la sencilla Sierra de Cártama la abarca en toda su extensión y la vista fugada del carril es símbolo del recentísimo pasado.
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Bokerón Montaraz
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