miércoles, 20 de febrero de 2013

Subida al Cerro de la Media Luna, Sierra de Mijas

   Salida 69                      Distancia: 31,09 km / Duración: 3,06 h  / Desnivel Acumulado: 1023 m   

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    El Cerro de la Media Luna o cerro Medialuna, como se puede encontrar en algunas publicaciones y mapas, es un pico de la Sierra de Mijas que se localiza en su banda central, justo en el límite entre los términos municipales de Alhaurín de la Torre y Mijas


Camino de Los Presidiarios al entrar en el Tajo de las Cabras


    Tiene 922 metros de altitud y puede llegarse a él por dos caminos: por la vertiente sur de la sierra mediante un sendero que parte en una de la curvas (792 metros de cota) de la carretera que sube al repetidor de Mijas, y por la vertiente norte que es el camino que he recorrido. 


Localización del Cerro de la Media Luna y final del recorrido hasta la zona


    Por la pista de Los Presidiarios se llega a la Fuente de la Higuera, en la zona del Cortijo de Jarapalos, y se continúa ascendiendo en dirección al Puerto de la Graja. A un kilómetro y medio aproximadamente desde la fuente, a la izquierda de la pista sale un camino que inmediatamente comienza a ascender.



    La pendiente es algo pronunciada pero no muy exigente. Tierra compactada y roca que emergen de ella forman el piso.




    Más adelante el camino muestra las típicas señales de haber sido transitado por vehículos. 


    Sin embargo hay otros tramos donde estas marcas desaparecen, se estrecha el camino y el terreno cambia pareciendo más arenoso. 



    Las pendientes son muy suaves lo que permite un relajado pedaleo y disfrutar por tanto del entorno.



    Continúa el camino apareciendo nuevos tramos con diferente firme. Es un camino muy agradable y con magníficas vistas al valle.





    A la derecha, más abajo discurre la pista que va al puerto de la Graja por donde antes he pasado. El día blanco parece querer dar un aire distinto hoy al bosque.

    

    Recorridos un kilómetro aproximadamente se llega a una zona llana, despejada de arbolado, que es el puerto o collado de la  Media Luna a 827 metros de cota, desde donde se ve el mar Mediterráneo. 




   
 En el centro de este área se distinguen en el suelo unas marcas de una circunferencia con otro símbolo en su interior que da la impresión de ser una señal para el aterrizaje de helicópteros.


    Si se sigue hacia adelante en dirección noreste, entre la vegetación, se distingue el sendero que continúa adentrándose de nuevo en el pinar. 



    A la derecha dejamos esta elevación que parece vigilar este lugar desde su hueca atalaya; parece tener forma de sillón para gigantes.




    Bajo el pinar la vegetación es densa y de intensos verdes oscuros. Los troncos de los pinos crecen espigados y finos buscando la luz. 



    El bosque presenta en esta zona un aspecto distinto a las zonas bajas de la sierra. Posiblemente sea por que ser más húmeda, tanto por la altura como por la orientación. 





    La atmósfera de este entorno es íntima, además se ve acentuada por el día nublado y fresco de este día de febrero.



    Termina el camino alcanzando la vaguada de la cañada por donde he pedaleado los últimos 500 metros. Me parece encontrarme en la cabecera de una nave de algún templo; una especie de bóveda formada por las copas de los pinos piñoneros, sostenida por esbeltas columnas de troncos verdosos y grises y alfombrada por mármoles rojizos formados de millones de agujas caídas.  


    Es este lugar, de extraña belleza tocada de algo oculto a la vista, pero perceptible por otros sentidos, singular y diferente. Tiene en su composición un rasgo llamativo que es la alfombra anaranjada de las agujas de los pinos,  sin vegetación alguna que la manche. Y de este manto  continuo emergen erectos y decididos los troncos de los pinos que, oscurecidos por la humedad, contrastan intensamente con él.   




    Al final del camino, a la derecha y señalado por una baliza comienza el sendero que lleva al Cerro de la Media Luna y por el que podemos llegar hasta la carretera que lleva a Mijas y al repetidor.



    Tras pasar un largo rato inmerso en la  atmósfera reservada de este lugar, silencioso y de aire calmo, cayado y observando detenidamente el entorno se tiene una placentera sensación de intimidad y una engañosa idea de haber encontrado un lugar personal y particular. Quizás sea la necesidad que tiene siempre el ser humano de querer poseer para si lo que le hace feliz,  convirtiéndolo así en único y personal.  





    Una última mirada a este lugar que ha sido un emocionante hallazgo para mi y del que voy teniendo la sensación, según lo abandono, que se convertirá en un destino recurrente y revisitado.
  


Un intento de describir el lugar y lo sentido:




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Bokerón Montaraz


















 

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