Salida 69 Distancia: 31,09 km / Duración: 3,06 h / Desnivel Acumulado: 1023 m
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El Cerro de la Media Luna o cerro Medialuna, como se puede encontrar en algunas publicaciones y mapas, es un pico de la Sierra de Mijas que se localiza en su banda central, justo en el límite entre los términos municipales de Alhaurín de la Torre y Mijas.
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Camino de Los Presidiarios al entrar en el Tajo de las Cabras |
Tiene 922 metros de altitud y puede llegarse a él por dos caminos: por la vertiente sur de la sierra mediante un sendero que parte en una de la curvas (792 metros de cota) de la carretera que sube al repetidor de Mijas, y por la vertiente norte que es el camino que he recorrido.
Localización del Cerro de la Media Luna y final del recorrido hasta la zona
Por la pista de Los Presidiarios se llega a la Fuente de la Higuera, en la zona del Cortijo de Jarapalos, y se continúa ascendiendo en dirección al Puerto de la Graja. A un kilómetro y medio aproximadamente desde la fuente, a la izquierda de la pista sale un camino que inmediatamente comienza a ascender.
La pendiente es algo pronunciada pero no muy exigente. Tierra compactada y roca que emergen de ella forman el piso.
Sin embargo hay otros tramos donde estas marcas desaparecen, se estrecha el camino y el terreno cambia pareciendo más arenoso.
Continúa el camino apareciendo nuevos tramos con diferente firme. Es un camino muy agradable y con magníficas vistas al valle.

Recorridos un kilómetro aproximadamente se llega a una zona llana, despejada de arbolado, que es el puerto o collado de la Media Luna a 827 metros de cota, desde donde se ve el mar Mediterráneo.
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Bajo el pinar la vegetación es densa y de intensos verdes oscuros. Los troncos de los pinos crecen espigados y finos buscando la luz.
El bosque presenta en esta zona un aspecto distinto a las zonas bajas de la sierra. Posiblemente sea por que ser más húmeda, tanto por la altura como por la orientación.

Es este lugar, de extraña belleza tocada de algo oculto a la vista, pero perceptible por otros sentidos, singular y diferente. Tiene en su composición un rasgo llamativo que es la alfombra anaranjada de las agujas de los pinos, sin vegetación alguna que la manche. Y de este manto continuo emergen erectos y decididos los troncos de los pinos que, oscurecidos por la humedad, contrastan intensamente con él.
Tras pasar un largo rato inmerso en la atmósfera reservada de este lugar, silencioso y de aire calmo, cayado y observando detenidamente el entorno se tiene una placentera sensación de intimidad y una engañosa idea de haber encontrado un lugar personal y particular. Quizás sea la necesidad que tiene siempre el ser humano de querer poseer para si lo que le hace feliz, convirtiéndolo así en único y personal.

Bokerón Montaraz