jueves, 29 de noviembre de 2012

Subida a Cerro Cabello, Málaga

   Salida 49                      Distancia: 17,52 km / Duración: 1,45 h  / Desnivel Acumulado: 471 m    
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    Esta mañana, soleada y ventosa, hemos visitado Cerro Cabello, un pequeño monte muy cercano al centro urbano de Málaga. Se encuentra dentro del distrito nº10  del Puerto de la Torre, en su parte sur, entre la hiperronda de Málaga (Autovía A-7), la MA-20 y una sucesión  de barriadas que siguen el eje de las avenidas Lope de VegaLope de Rueda.


    Hemos salido desde el Parque de Las Virreinas para tomar el Camino de Medellín que, entre lomas y cañadas, atraviesa la zonas de Medellín y de la Pola. Llegamos entonces al Cortijo del  Panadero y de ahí a la entrada de la Finca La Pola donde hemos continuado hacia el sur por el Camino de los Alcabuceros.


Vista de Los Negros desde las lomas de Los Panaderos



    Este camino recorre la zona de Los Negros, donde hay un diseminado de casas y desde donde ya puede verse el perfil de Cerro Cabello.  


Cerro Cabello desde Los Negros



    
    Continuando hacia el sur, el camino llega a la autovía cruzándola por un puente. Desde este, andados unos 400 metros, llegamos al Cortijo San Joaquín, que dejamos a nuestra izquierda, y tomamos una desviación que vuelve hacia la autovía.


Vista de Cerro Cabello desde Los Negros antes de cruzar la autovía A7



   En los primeros tramos de este camino, ya al pie del cerro, se aprecia con más detalle la configuración de este monte. Es un cerro alomado formado por margas en su base y que presenta en su parte alta paredes y tajos de roca caliza.  



Vista de la cara este desde el camino 




    El camino sigue, cruza la vaguada de un pequeño arroyo y rodea el monte por su zona norte antes de tomar el pequeño sendero de subida a la cima. En este área se han encontrado restos cerámicos de época almohade y nazarí (asentamientos medievales).


Camino por la cara norte del cerro




    Llegamos a la zona oeste. Las abundantes aguas caídas en los últimos días han hecho crecer mucha hierva baja sobre la que destacan los verdes oscuros de retamas y palmitos.  En este lugar, un pequeño llano entre varias lomas, se toma un sendero en forma de V que va ascendiendo por la ladera oeste hasta alcanzar la ladera sur. 
 


Llano al pie de la cara oeste del cerro




    Finalmente, un tramo de fuerte pendiente socavado por las escorrentías, va rodeando la parte más alta de forma circular y alcanza la cima del monte por la parte oriental.




Tramo final de subida




    La cima del cerro, donde aflora la caliza blanca, es una pequeña meseta a una altitud de 249 metros. Desde ella se domina una vasta panorámica de toda la costa, desde Torremolinos hasta el Rincón de la Victoria. También se divisan en un amplio arco hacia el norte muchos de los montes y sierras  de la Hoya de Málaga.




Vista hacia poniente (pinchar para agrandar)




    En ella se han encontrado restos de asentamientos indígenas del período tartésico, también restos de ánforas de los siglos VIII y VI a.C., y fragmentos romanos y árabes.




Vista hacia levante (pinchar para agrandar)



    En la zona norte del cerro  han aparecido restos de pequeños poblados familiares datados en el periodo de transición entre el Neolítico y el Calcolítico.


Vista desde la cima del cerro hacia el norte con el Pico Alcuza a la derecha




    El fuerte viento que sopla hoy aquí hace que no permanezcamos mucho tiempo. Decidimos bajar para seguir con la ruta y dejamos la cima por el mismo camino usado para subir.



Abandonando la cima de Cerro Cabello



    Al deshacer el sendero que recorrimos antes para subir enfrentamos la vista hacia el norte, con el pico el Alcuza, de 543 m al fondo a la derecha, la zona de Los Negros donde se aprecian las casa desperdigadas y más a la derecha las zonas de Pro de Arriba y Pro de Abajo con la autovía por delante.



Bajando por el camino de la cara oeste del cerro



    

    Al volver a los pies del cerro decidimos continuar la ruta por la ciudad para volver a la Virreina.  Hay aquí varios senderos o veredas que aparentemente se dirigen al mismo lugar. Tomamos uno de ellos en dirección sur, hacia el casco urbano.



Final del camino que sube al cerro



       En este descenso nos vamos aproximando a otro lugar importante desde el punto de vista arqueológico, el Cerro de la Tortuga, donde se han hallado importantes yacimientos arqueológicos de época ibero-púnica.


Bajada hacia Hacienda Cabello con el Cerro de la Tortuga a la izquierda.



    Rodamos por una corta barranca que tiene la misma dirección que las líneas de alta tensión que vuelan por encima nuestro. A lado derecho del sendero corre un estrecho cauce, ahora seco.



Descenso acompañando a una barranca



    La vegetación que hay en esta zona está formada exclusivamente de hiervas y matorral de muy poco altura como espartos y algún palmito. No hay ningún árbol ni matorral alto.




Vista del tramo del sendero recorrido



    El camino irregular, con muchos surcos horadados por las escorrentías, se cruza con el cauce anterior que aquí si lleva agua. 


Zona de la Hacienda Cabello



   El camino pasa por un olivar, no muy extenso, que hoy aparece abandonado. Estas tierras eran parte de la Hacienda Cabello, una finca agrícola del siglo XIX.



Camino atravesando el olivar

  


    Tras recorrer unos pocos metros entre los olivos encontramos otros senderos que parten del que recorremos. Me desvío un poco por uno de ellos para ver los restos de lo que parece haber sido la fachada de algún gran caserón. Probablemente pertenezcan al caserón de la antigua hacienda o a alguna instalación de la misma.

  


Vista del olivar desde las ruinas de una construcción de la hacienda



    Continuamos bajando por suave ladera que luce fresca y luminosa. Puedo imaginarme, con poco esfuerzo, la agradable belleza de este lugar en su época de esplendor cuando fuera explotado como terrenos agrícolas.  



Vista del olivar y unos de los cerros dejados atrás



    Los últimos tramos de estos caminos llegan a los límites de la zona urbanizada. Son las barriada de la Hacienda Cabello y Universidad Laboral. Como todas estas zonas de las ciudades, son áreas de  duros contrastes.


Encuentro del camino y el pequeño arroyo con la ciudad



    Los campos que antes formaban parte de la Hacienda Cabello, ahora sirven para los paseos y la expansión de los vecinos de estos barrios. Al llegar a este punto encontramos a alguno de ellos acompañados de sus mascotas disfrutando de este lugar.




Vista de los bloques de viviendas desde el llano de la antigua Hacienda Cabello



    El sendero, ya al lado de los edificios, se encuentra con el Arroyo de Teatinos. Como muchos otros arroyos, ignorado y descuidado, desagradecido trato a unas aguas tan importantes para estas tierras en otras épocas.



Cauce del Arroyo de Teatinos 



    Los senderos y caminos de esta zona, que la gente usa para pasear y sacar a sus mascotas, acaban abruptamente en sus encuentros con las aceras y calles en construcción que formarán las nuevas manzanas del barrio. Para regresar tomamos el gran eje formado por  las avenidas Lope de Vega y Carlos Haya y su continuación por la calle Martínez Maldonado que se dirigen hacia el cauce del Guadalmedina. Antes de llegar a él giramos hacia el norte para llegar a la Virreina y dar por terminada la ruta.


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Fuentes consultadas:
  Open Cycle Maps
  Google Earth
  Instituto Nacional de Información Geográfica
  Catálogo de Protección Arqueológica, Plan de Ordenación Urbanística de Málaga
  Diputación de Málaga, Turismo


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Bokerón Montaraz









miércoles, 21 de noviembre de 2012

Las Llanadas, Sierra de Tejeda, Almijara y Alhama

     Salida 46                                                     Distancia: 41,15 km  /   Desnivel Acumulado: 1925 m   

 La ruta de hoy ha sido muy especial pues, notando aún la fatiga y el cansancio, siento que la experiencia vivida ya está haciéndose un lugar escogido entre lo que se convertirán en recuerdos. He visitado un lugar espectacular que desconocía y que nunca lo hubiera ubicado en Málaga. Junto con un grupo de conocidos he subido a Las Llanadas de Sedella, en el extremo occidental de la sierra. Además hemos recorrido una parte de la Sierra de Tejeda por el cordal principal en su cima y bajado por la zona de El Nevazo, volviendo por un carril que recorre la parte baja de la sierra.



    
   

     Todos estos parajes se encuentran dentro del Parque Natural de las Sierras Tejada, Almijara y Alhama. Estas tres sierras que componen un grupo montañoso que se encuadra dentro de las sierras penibéticas. Se encuentra distribuido entre doce municipios: Alhama de Granada, Arenas del Rey, Jayena y Otívar en la provincia de Granada, y Alcaucín, Canillas de Aceituno, Canillas de Albaida, Cómpeta, Frigiliana, Nerja, Salares y Sedella en la provincia de Málaga. Tiene una extensión de 40.662,95 Ha, en su mayor parte monte público, siendo el resto de titularidad municipal y privada. Posee también las figuras de Lugar de Interés Comunitario y Zona de Especial Protección de Aves. Fue declarado parque natural en el año 1999 y forma parte de la Red Ecológica Europea Natura 2000





    Hemos salido desde Sedella, un precioso pueblo de la Axarquía hasta donde nos hemos desplazado en coche.  Tomamos la MA-4108 que lleva a Archéz y a la altura de Salares nos desviamos hacia este pueblo. Justo en este desvío hemos tomado una pista que sale a la izquierda de la carretera y que se llama Carril de la Cruz del Muerto. De inmediato empieza a ascender dejando a su derecha una cañada.  Al llagar a los 750 metros de cota aproximadamente, la pista se vuelve más llana y de pendiente muy ligera. El paisaje que flanquea la pista ya empieza a llamar la atención por la frondosidad de la vegetación y su variedad.




    Constantemente van apareciendo pequeños arroyos que bajan con  aguas cristalinas y en los que se asoman loa árboles ya con colores de otoño componiendo pequeños escenarios llenos de encanto. 






    Superados los 820 metros de cota, si se mira hacia el sur,  comenzamos a disfrutar de la sucesión de montes que se extienden hacia el mar que concluye la panorámica con su recto horizonte. La siguiente imagen, tomada desde un lugar llamado Solana de Casa de Jaro, es un ejemplo.  





    Seguimos por la pista  y el terreno, casi llano y prácticamente liso, permite disfrutar de la ruta de forma apacible sin exigir grandes esfuerzos.  Al llegar  al cauce del arroyo de Salares hacemos una pequeña parada.



    Continuamos hacia el este bordeando la Loma de las Vacas por su ladera, discurriendo la pista entre los los 800 y 850 metros de cota.  La pendiente sigue siendo muy suave y cómoda para el pedaleo. 



    Antes de llegar a un cortafuego que baja por el cerro, a unos 4 kilómteros del comienzo del carril, tomamos un camino que sale a la izquierda de la pista y que comienza a ascender por la loma antes nombrada. Este camino presenta mayor pendiente que la que hemos subido hasta ahora. Inmediatamente, tanto por las características del terreno como por la pendiente  se reconoce este camino diferente. 



    con esta pendiente ascendemos más rápidamente. Los tramos que se orientan hacia el este presentan unas espectaculares panorámicas del resto de la cordillera pudiendo ver el extremo oriental de la sierra de Alhama.




    La arboleda es predominantemente de pino carrasco, resinoso y salgareño. Pero si nos fijamos aparecen ejemplares aislados, en los claros de los pinares, de encinas y algarrobos.

 



    Constantemente vamos subiendo y el pedaleo es exigente. El grupo va disgregándose y cada uno va buscando su ritmo de ascensión pues el camino no permite relajarse. En los primeros tramos se suceden las curvas en U zigzagueando para sortear la fuerte pendiente.





     El paisaje es cada vez más sobrecogedor pues, según va ganándose altura, las panorámicas abarcan más cantidad de sierra y los montes se hacen más pequeños acentuando la sensación de altura.  





    Llegamos a un bifurcación en la que continuamos por el camino de la derecha que parece tener menos pendiente. Visto después el recorrido sobre el mapa, aunque la subida es más larga por él, la ascensión es menos dura pues rodea un cerro para luego pasar por el Collado de Manolo Gil.  Enlaza después con el camino que más abajo descartamos, que hace la misma ascensión pero  directamente por una cordal de la sierra por lo que su pendiente es mayor. 





    Continuamos subiendo y la pendiente sigue siendo pronunciada y el camino casi no ofrece respiro al pedaleo, que va haciéndose más fatigoso con la acumulación de los kilómetros. Estos tramos son sinuosos y van superando el desnivel con eses de curvas muy cerradas que atraviesan el cortafuegos que discurre por la arista del cordal.





    Los tramos finales requieren un último y tenaz esfuerzo pues, al cansancio acumulado que agarrota las piernas, se añaden las pendientes que en algunas zonas superan el 13%.   Finalmente alcanzamos la pista que recorre la cordillera en su parte más alta. En una distancia horizontal de algo más de 3100 metros hemos ascendido unos 750 metros. La distancia recorrida total de subida ronda los 6.2 kilómetros con una pendiente media superior al 10%. La subida ha discurrido entre los límites de los municipios de Sedella, Salares y Canillas de Albaida.





    Al llegar comprobamos que todo este esfuerzo es recompensado por el entorno que ofrece la cima de la sierra. Giramos a la izquierda, dirección oeste y, a través del túnel que forman las copas un pequeño grupo de pinos carrascos, adivinamos un paisaje que va emocionando según  va abriéndose la visión superados los árboles. 





    Una llano de suaves líneas, alfombrado de una hierva fresca, y el pico La Maroma al fondo velado por las nubes bajas. La impresión causada por la hermosa vista queda acentuada por el silbido del viento gélido que atraviesa la sierra de lado a lado. 




    La inesperada emoción que me causa este lugar, el estremecimiento creciente provocado por el frío y el sonido áspero y feroz del viento, me producen una sensación de desconexión, de irrealidad, que percibo como reciente y renovadora.  

    Este paraje se llama Las Llanadas de Sedella y se encuentra a unos 1600 metros de altitud a caballo entre los términos municipales de Sedella y Alhama de Granada, es decir, entre las provincias de Málaga y Granada. Forma una especie de collado muy extenso entre el Pico La Maroma y el Cerro de Santiago  y  es lugar de pastoreo para  cabras, ovejas y vacas de las cabañas de la zona.  





    Al fondo, detrás de las nubes, esta la cumbre más alta  de la sierra, el pico Maroma o La Maroma, que es como se le conoce, aunque su verdadero nombre es Pico Tejeda. Y es que, cerca de él existe una sima que se usaba como pozo de nieve, al que se bajaba con  unas cuerdas gruesas llamadas maromas. Gentes procedentes de Córdoba se asentaron en la zona y con el seseo predominante en su habla, en contraposición al ceceo de la zona, fue produciéndose un error de pronunciación y terminando en la confusión de sima de las maromas, la del pozo, por el pico.  Es el pico montañoso más alto de la provincia de Málaga con 2069 metros de altitud.





    La emoción persiste como el frío, que es el que ahora empieza a agarrotar el cuerpo. Buscamos un lugar a resguardo del viento para poder hacer una parada y reponer fuerzas.Finalmente decidimos cobijarnos tras unas rocas que encontramos al al final del sendero practicable para las bicicletas. Acurrucados, con las espaldas apoyadas en las rocas, frías y ásperas, apresuradamente comemos el conciso almuerzo que llevamos en las mochilas. Las piedras  nos protegen del viento que viene del norte, pero no del  frío que no nos permite disfrutar plenamente del momento ya que no hemos subido suficientemente equipados para esta situación.  



    

    Rápidamente, nada más terminar de comer, retomamos la marcha. Antes de dejar este sorprendente lugar,  lanzo una mirada más pausada hacia el norte. Es una lejana panorámica de un fragmento de la parte sur de la Vega de Granada. Las nubes que parecen querer tocar el horizonte, solo dejan ver una delgada franja de cielo. El viento, que ahora me da de cara, sopla sin cesar pero racheado, alternándose ligeras brisas con ráfagas más intensas, pero siempre frío.





    Regresamos al cruce por el mismo sendero y me detengo para contemplar el lugar en un intento de retener las sensaciones. Los compañeros se adelantan y, tras la elevación frente a mi, desaparecen sus figuras y los sonidos de sus pedaladas. 





    Una última mirada para observar este sugestivo paisaje; al fondo, en el centro, el Cerro de Santiago, de 1657 metros de altitud.




   

    En el cruce al que llegamos antes tras la larga subida, continuamos por la pista que va hacia el este. Esta discurre por el cordal principal de la sierra cruzando alternativamente el límite provincial entre Málaga y Granada; recorre casi la totalidad de la cordillera. 
    
    La grandiosidad del entorno produce una sensación combinada de admiración  e inquietud. A la par que se disfruta de su belleza se intuye un íntimo sentimiento de vulnerabilidad. 
 Superado el Cerro de Santiago nos encontramos con el Cerro de Albucaz de 1735 metros de altitud. Estamos ahora dentro del municipio de Canillas de Albaida

    Las compactas y apretadas masas boscosas de pino negral, pino  carrasco y algunas sabinas aparecen dispuestas como alfombras echadas sobre las desnudas faldas de los montes.   





    Antes de alcanzar el pinar nos encontramos a estos caballos pastando por las laderas de la sierra. Ajenos a los ciclistas que los observan, se mueven libremente pues no tienen atadas las patas delanteras como suele verse a otros  caballos en situaciones parecidas. 




    Seguimos descendiendo con una suave pendiente, atravesando los pinares que antes vimos a lo lejos. Estas pistas y caminos ya discurren por la  parte del parque natural que corresponde a la Sierra Almijara.

 




    Unos de estos pinares por el que pasamos, en el Collado de los Carneros, presenta un aspecto atípico. Al contrario que los que hemos dejado atrás, la copas de estos espigados pinos que la forman, están extrañamente despejadas de agujas y con muchas ramas desnudas y afiladas a modo de púas. Los troncos aparecen cubiertos de líquenes que, reflejando la luz indefinida, contraponen su verde menta con el rojo ladrillo de las agujas caídas. Aquí ya no sopla el viento y el silencio inunda este cabalístico lugar.  





    A partir de aquí la pendiente va aumentando y el descenso se hace más rápido.  Bajamos en los primeros tramos por el cordal del ramal  del Barranco de la Mina. Atravesamos un par de veces el cortafuegos y los últimos tramos, muy  revirados y de cerradas curvas, descienden por el circo de El Nevazo. Estos tramos exigen mayor atención en la conducción y la inercia de la bajada empuja a no detenerse. 





    Pero es inevitable hacerlo pues hay rincones que ofrecen maravillas como este magnífico nogal que se abre esplendorosamente en este claro del pinar. Un sentimiento de solemne respeto, como el que inspiran las majestuosas catedrales, surge al contemplar un ser como este, resultado de la prodigiosa relación que mantiene con la roca y el sol.


    El nogal es una árbol caducifolio de crecimiento lento y parecer ser originario del Medio Oriente o quizás Europa oriental. Su copa puede alcanzar hasta los 30 metros de altura y vivir más de 500 años. Produce el fruto seco de la nuez y una de las maderas más apreciadas en ebanistería. Su nombre científico 'Juglans Regia' proviene del latín: 'Jovis glans', bellotas de Júpiter y 'Regia' por su majestuoso porte.  





    Llegamos a la cota de 1350 metros,  encontrando aquí la Fuente del Vivero del Nevazo. Toda esta parte sigue estando dentro del término de Canillas de Albaida en la zona central del parque.  





    Las montañas que hace unos minutos veíamos, casi desde arriba, ahora han vuelto a estar por encima de nuestra vista percatándonos de la altura bajada en poco tiempo. Aquí el pinar no es tan denso y aparecen, salpicadas y en los claros que dejan los pinos, encinas, alcornoques y algunos enebros. 




    Alcanzamos ya la pista que nos lleva de vuelta a Salares. Hasta este punto hemos recorrido solo 24 kilómetros aunque tanto por la dureza de la subida como por la experiencia vivida en la cima de la sierra parece ser mucha más distancia. 





    Afortunadamente todo el recorrido restante se realiza en ligera bajada y un terreno liso y limpio.  El cansancio hace que lo hagamos relajadamente disfrutando de nuevo del entorno que se muestra sombrío y fresco. 





    La pista por la vamos, Carril de la Cruz del Muerto, une los pueblos de SalaresCanillas de Albaida. Va bordeando los ramales secundarios que salen hacia el sur hasta que llegando al Puerto Blanquillo, en el extremo oriental del municipio de Canillas de Albaida, cambia su dirección hacia el oeste para terminar en el pueblo. Discurre cruzando las cañadas y  quebradas como la de la imagen, que es de uno de los arroyos que desemboca en el río de las Llanadas de Turvilla; arriba, a la izquierda, está el collado del Cerro Capote





    Vamos avanzando por el carril y volvemos a encontrarnos con el mar que brilla blanco e intenso  980 metros más abajo. La montaña nos ha parecido inmensa, pero desde aquí el mar es inabarcable, y el concepto de tamaño desaparece. Estamos ahora en una zona llamada Loma de los Llanos y la orientación de la siguiente panorámica es suroeste.





    Nos acercamos al enlace con la carretera. Dejando atrás la cañada del río Salares, a la vuelta de una curva, se divisa ya Sedella.  





    Llegamos a la MA-4105 a la altura de Salares y la tomamos ahora con dirección a Sedella. En este punto hay una curva hacia la derecha que al superarla se tiene una vista directa del macizo montañoso de La Maroma, o mejor dicho, del Pico Tejeda. Contemplándolo desde aquí se entiende la enigmática inquietud que se experimenta en la cima, la perturbación que produce, como cuerpo celeste o piedra magnética, la vasta masa de roca bajo nuestros pies.





    La vista de la luminosa fachada de Sedella remata la excursión. Posada en dos suaves lomas, este pueblo parece tener su su origen en una fortaleza, ya desaparecida, donde se albergaban señores de la época y una alquería que los mozárabes llamaban  Xedelia. En el siglo XV, ya tomadas por los cristianos varias plazas de la Axarquía, Sedella se convierte en un lugar de relevancia estratégica en la defensa fronteriza con los territorios aún en posesión árabe.  





    La leyenda, en ocasiones más sugerente que la historia constatada, cuenta que en la época de las conquistas cristianas hubo una cruenta batalla en las inmediaciones del pueblo y que al hablarle de este suceso a la reina Isabel la Católica ella respondió: "Se de ella".