Sensaciones y lugares de varias rutas unidas en un solo recuerdo.
lunes, 31 de diciembre de 2012
martes, 18 de diciembre de 2012
Subida a Sierra Llana, Cártama
Salida 55 Distancia: 22,85 km / Duración: 2,17 h / Desnivel Acumulado: 459 m
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La ruta de hoy me ha llevado hasta la parte alta de Sierra Llana, en Cártama. Un recorrido de ida y vuelta cuya distancia no supera los 25 kilómetros y el desnivel acumulado los 460 metros, aunque si tiene tramos de pendientes acusadas y terreno de cierta dificultad para el ascenso.
Contrastando con este verdor aparece el del terreno del camino, roja tierra arcillosa, que no presenta irregularidades. Tiene una ligerísima pendiente que apenas se aprecia al pedalear.
A unos 350 metros de la cadena llegamos a una bifurcación en la que se hay un camino que aparece como continuación del que hemos recorrido y, a la derecha, otro que en un giro de 180 grados, toma dirección opuesta.

Tomo el camino que sube en dirección noreste.
Este presenta un terreno menos plano y más quebrado por las escorrentías y con numerosas piedrecitas sueltas.
Una cerrada curva seguida de un corto tramo recto con rocas salientes en el piso hace cambiar el ritmo de la pedalada y exige un pequeño esfuerzo.
Otra curva cerrada nos hace cambiar de dirección y el camino vuelve a orientarse hacia el sureste.
A unos 300 metros de la curva de la imagen anterior ya se alcanza una cota donde se tiene una panorámica completa de la Hoya de Málaga y pueden observarse al fondo, en el centro, la parte de los Montes de Málaga que forman el parque natural y delante el amplio llano por donde discurre el Guadalhorce hacia el Mediterráneo. También se puede divisarse la capital y la población del Puerto de la Torre.
Sigo subiendo y la pendiente vuelve a ser suave, incluso con algunos pequeños tramos casi llanos. Aquí parece haber más arbustos, principalmente lentiscos y algunos romeros.
Se llega a un pequeño collado que supera la cota de 200 metros. Vuelvo a mirar hacia el este y sigo admirando el anchuroso espacio de la Hoya de Málaga lleno de este probo cielo de diciembre.
Se encara ahora una cuesta de fuerte pendiente, aproximadamente superior al 20%. El camino es casi un sendero y las corrientes de agua han producido surcos a lo largo de él, lo que dificulta la conducción.
El terreno con gran cantidad de piedra suelta no favorece el agarre de la rueda y las revolucionadas pedaladas agitan el pulso y aceleran la respiración.
Realizado este esfuerzo se alcanza una sorpresiva inflexión en el camino aumentando la pendiente y el tipo de firme. Una capa de hormigón se extiende por él de forma descuidada. Sobre este material la goma de la cubierta tiene un magnífico agarre y con un sobre esfuerzo continúo pedaleando.
Más arriba, la fina capa de hormigón, socavada por las escorrentías, ha perdido trozos formándose socavones. Un de ellos, que no consigo esquivar, detiene bruscamente la marcha de la bicicleta y me obliga a poner el pie en el suelo. En este punto intento reanudar la marcha pero me resulta imposible comenzar en esta pendiente y decido terminar la cuesta a pie, que empujando la bicicleta, se hace aún más penosa de subir.
La cuesta tiene su fin en la llegada a una pequeña llanura rodeada por los cerros que forman el conjunto de la cima de esta parte de la sierra. La suavidad de las curvas de sus perfiles, la amplitud del espacio que los rodea y la austera vegetación de la zona provocan una sensación de tranquilidad y un efecto de relajación.
Pero como suele ocurrir después de estas duras subidas en las que el Ciclista se plantea la necesidad de lo que hace, se encuentra siempre con dos agradables y placenteras sensaciones. La primera es la satisfacción, no plena en este caso, de superar el obstáculo o la dificultad. La segunda es que, generalmente, este tipo de esforzados caminos recompensan con lugares cuya belleza parece ir en proporción al esfuerzo requerido para alcanzarlos.
Se alcanza la cima y, en un primer golpe de vista a nuestro alrededor, atiende a su nombre, Sierra Llana. La cota a la que sitúa este paraje es de 365 metros. No hay árboles y prácticamente todo el matorral es muy bajo formado por tomillos y lentiscos. Hay una zona de terreno totalmente despejada de vegetación aparentemente de forma artificial por el tránsito de personas. De este punto parten dos senderos: uno hacia hacia el noroeste como tomando dirección al pueblo de Cártama y otro en dirección opuesta que sube a un cerro que se eleva sobre esta pequeña meseta.
La vista hacia esta orientación es también espectacular pudiendo distinguir al fondo las lejanas formaciones montañosas de la Sierra de las Aguas, la Sierra de Alcaparaín, Sierra Prieta y parte de las Sierras de las Nieves. Más adelante en segundo plano los cerros del extremo occidental de la Sierra de Cártama, que se llama de Los Espartales.
Este monte, el de la derecha en la imagen siguiente, aparece en todas las fuentes consultadas como el de mayor altura del conjunto de la sierra con una altitud de 404 metros. No obstante, en el mapa topográfico de Instituto Geográfico Nacional aparece un pico en la sierra de Los Espartales con una cota mayor, de 435 metros; ignoro si se trata de un error en dicho plano.
Mirando hacia el este, hay un altozano de suave perfil que oculta el horizonte del mar. Entre este y el de la izquierda de la imagen anterior se extiende esta superficie llana que parece conformar un collado alargado
A esta elevación se dirige una vereda que parece, por su aspecto, menos frecuentada por los cazadores o senderistas. El terreno es la roca que aflora con partes de tierra y piedras sueltas. La inclinación es elevada pero como el tramo es corto, con el cambio adecuado y una pedalada rápida y decidida, se llega al final que es la cima del cerro.
Existe, a un lado de la banda llana que forma, este lugar una cerca circular que posiblemente sea para la alimentación de los conejos pues en esta sierra se pueden ver deambulando a los cazadores, escopeta al hombro y acompañados por los perros.
Restos de los que parece haber sido una pequeña hoguera. Ignoro si esto está permitido o no, aunque, por sentido común, intuyo que no.
Los cerros y lomas que se encuentran en esta zona, alcanzan alturas de valores cercanos, entre los 350 y 400 metros. Y se disponen conformando un dibujo en forma de U que da origen a una cañada que se extiende hasta el camino que lleva de Alhaurín de la Torre a Cártama.
Inicio el descenso y, con la pendiente a favor y el piso despejado y liso, la marcha puede ser más relajada. La vista se recrea y se aprecian detalles que en la subida pasaron desapercibidos.
Deshecho el último tramo de subida, paso de nuevo por el llano previo a hacer cumbre. Este paraje, que en extensión es mayor que el dejado atrás en lo más alto, parece haber sido desyerbado pues no parece natural la ausencia del matorral bajo que cubre el resto del terreno. Incluso en algunos sitios puede apreciarse un borde rectilíneo en la masa vegetal. Al observar con mayor detenimiento encuentro a la izquierda, rodeado por un matorral de palmitos, lentiscos y romero, un majano que será probablemente para la cría de conejos.
A mi derecha hay otro sendero o camino hecho por el tránsito de algún vehículo y al recorrerlo me lleva a asomarme a otra cañada desde donde se ve la parte del camino a Cártama llamada Cañada del Maestro.
Continúo bajando y aprecio ahora con más profundidad la sobria belleza de este sobrio paisaje. Detenido en el camino se divisa la fisonomía del extremo oriental de la Sierra de Mijas con las indolentes urbanizaciones trepando por sus laderas.
Llego a la cañada donde están la única arboleda que he encontrado en este recorrido, que parece querer extenderse avanzando individuos ladera abajo.
Es un escueto grupo de pinos jóvenes que han prosperado en esta pequeña cañada.
jueves, 29 de noviembre de 2012
Subida a Cerro Cabello, Málaga
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(pinchar para agrandar) |
Esta mañana, soleada y ventosa, hemos visitado Cerro Cabello, un pequeño monte muy cercano al centro urbano de Málaga. Se encuentra dentro del distrito nº10 del Puerto de la Torre, en su parte sur, entre la hiperronda de Málaga (Autovía A-7), la MA-20 y una sucesión de barriadas que siguen el eje de las avenidas Lope de Vega y Lope de Rueda.
Hemos salido desde el Parque de Las Virreinas para tomar el Camino de Medellín que, entre lomas y cañadas, atraviesa la zonas de Medellín y de la Pola. Llegamos entonces al Cortijo del Panadero y de ahí a la entrada de la Finca La Pola donde hemos continuado hacia el sur por el Camino de los Alcabuceros.
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Vista de Los Negros desde las lomas de Los Panaderos |
Este camino recorre la zona de Los Negros, donde hay un diseminado de casas y desde donde ya puede verse el perfil de Cerro Cabello.
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Cerro Cabello desde Los Negros |
Continuando hacia el sur, el camino llega a la autovía cruzándola por un puente. Desde este, andados unos 400 metros, llegamos al Cortijo San Joaquín, que dejamos a nuestra izquierda, y tomamos una desviación que vuelve hacia la autovía.
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Vista de Cerro Cabello desde Los Negros antes de cruzar la autovía A7 |
En los primeros tramos de este camino, ya al pie del cerro, se aprecia con más detalle la configuración de este monte. Es un cerro alomado formado por margas en su base y que presenta en su parte alta paredes y tajos de roca caliza.
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Vista de la cara este desde el camino |
El camino sigue, cruza la vaguada de un pequeño arroyo y rodea el monte por su zona norte antes de tomar el pequeño sendero de subida a la cima. En este área se han encontrado restos cerámicos de época almohade y nazarí (asentamientos medievales).
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Camino por la cara norte del cerro |
Llegamos a la zona oeste. Las abundantes aguas caídas en los últimos días han hecho crecer mucha hierva baja sobre la que destacan los verdes oscuros de retamas y palmitos. En este lugar, un pequeño llano entre varias lomas, se toma un sendero en forma de V que va ascendiendo por la ladera oeste hasta alcanzar la ladera sur.
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Llano al pie de la cara oeste del cerro |
Finalmente, un tramo de fuerte pendiente socavado por las escorrentías, va rodeando la parte más alta de forma circular y alcanza la cima del monte por la parte oriental.
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Tramo final de subida |
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Vista hacia poniente (pinchar para agrandar) |
En ella se han encontrado restos de asentamientos indígenas del período tartésico, también restos de ánforas de los siglos VIII y VI a.C., y fragmentos romanos y árabes.
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Vista hacia levante (pinchar para agrandar) |
En la zona norte del cerro han aparecido restos de pequeños poblados familiares datados en el periodo de transición entre el Neolítico y el Calcolítico.
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Vista desde la cima del cerro hacia el norte con el Pico Alcuza a la derecha |
El fuerte viento que sopla hoy aquí hace que no permanezcamos mucho tiempo. Decidimos bajar para seguir con la ruta y dejamos la cima por el mismo camino usado para subir.
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Abandonando la cima de Cerro Cabello |
Al deshacer el sendero que recorrimos antes para subir enfrentamos la vista hacia el norte, con el pico el Alcuza, de 543 m al fondo a la derecha, la zona de Los Negros donde se aprecian las casa desperdigadas y más a la derecha las zonas de Pro de Arriba y Pro de Abajo con la autovía por delante.
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Bajando por el camino de la cara oeste del cerro |
Al volver a los pies del cerro decidimos continuar la ruta por la ciudad para volver a la Virreina. Hay aquí varios senderos o veredas que aparentemente se dirigen al mismo lugar. Tomamos uno de ellos en dirección sur, hacia el casco urbano.
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Final del camino que sube al cerro |
En este descenso nos vamos aproximando a otro lugar importante desde el punto de vista arqueológico, el Cerro de la Tortuga, donde se han hallado importantes yacimientos arqueológicos de época ibero-púnica.
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Bajada hacia Hacienda Cabello con el Cerro de la Tortuga a la izquierda. |
Rodamos por una corta barranca que tiene la misma dirección que las líneas de alta tensión que vuelan por encima nuestro. A lado derecho del sendero corre un estrecho cauce, ahora seco.
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Descenso acompañando a una barranca |
La vegetación que hay en esta zona está formada exclusivamente de hiervas y matorral de muy poco altura como espartos y algún palmito. No hay ningún árbol ni matorral alto.
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Vista del tramo del sendero recorrido |
El camino irregular, con muchos surcos horadados por las escorrentías, se cruza con el cauce anterior que aquí si lleva agua.
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Zona de la Hacienda Cabello |
El camino pasa por un olivar, no muy extenso, que hoy aparece abandonado. Estas tierras eran parte de la Hacienda Cabello, una finca agrícola del siglo XIX.
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Camino atravesando el olivar |
Tras recorrer unos pocos metros entre los olivos encontramos otros senderos que parten del que recorremos. Me desvío un poco por uno de ellos para ver los restos de lo que parece haber sido la fachada de algún gran caserón. Probablemente pertenezcan al caserón de la antigua hacienda o a alguna instalación de la misma.
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Vista del olivar desde las ruinas de una construcción de la hacienda |
Continuamos bajando por suave ladera que luce fresca y luminosa. Puedo imaginarme, con poco esfuerzo, la agradable belleza de este lugar en su época de esplendor cuando fuera explotado como terrenos agrícolas.
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Vista del olivar y unos de los cerros dejados atrás |
Los últimos tramos de estos caminos llegan a los límites de la zona urbanizada. Son las barriada de la Hacienda Cabello y Universidad Laboral. Como todas estas zonas de las ciudades, son áreas de duros contrastes.
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Encuentro del camino y el pequeño arroyo con la ciudad |
Los campos que antes formaban parte de la Hacienda Cabello, ahora sirven para los paseos y la expansión de los vecinos de estos barrios. Al llegar a este punto encontramos a alguno de ellos acompañados de sus mascotas disfrutando de este lugar.
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Vista de los bloques de viviendas desde el llano de la antigua Hacienda Cabello |
El sendero, ya al lado de los edificios, se encuentra con el Arroyo de Teatinos. Como muchos otros arroyos, ignorado y descuidado, desagradecido trato a unas aguas tan importantes para estas tierras en otras épocas.
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Cauce del Arroyo de Teatinos |
Los senderos y caminos de esta zona, que la gente usa para pasear y sacar a sus mascotas, acaban abruptamente en sus encuentros con las aceras y calles en construcción que formarán las nuevas manzanas del barrio. Para regresar tomamos el gran eje formado por las avenidas Lope de Vega y Carlos Haya y su continuación por la calle Martínez Maldonado que se dirigen hacia el cauce del Guadalmedina. Antes de llegar a él giramos hacia el norte para llegar a la Virreina y dar por terminada la ruta.
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⚫ Instituto Nacional de Información Geográfica
⚫ Diputación de Málaga, Turismo
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Bokerón Montaraz